sábado, 28 de mayo de 2011

#acampadabarcelona: V de Victoria

(Para ver imágenes de las agresiones policiales, click aquí.)

El movimiento ha vencido su primer pulso represivo. El intento de desalojo, este viernes 27 de mayo, de la acampada de plaza Catalunya en Barcelona, la segunda más grande hasta ahora de todas las que hay en el Estado español, se ha saldado con un rotundo fracaso.

Una semana después de que el movimiento derrotara políticamente la prohibición de la Junta Electoral Central de realizar manifestaciones durante el día de reflexión, 21 de mayo, y el día de las elecciones, 22 de mayo, este viernes por la mañana a primera ahora, la policía catalana ha intentado desalojar el campamento de plaza Catalunya. Detrás de la intervención, un pretexto ridículo y muy poco creíble: facilitar la operación de limpieza de la plaza.

Una presencia policial abrumadora cerró los accesos a la misma, reteniendo en su interior a unas trescientas personas, para permitir que la brigada municipal de limpieza empezara a desmantelar el campo. Más de un par de miles de personas acudieron en solidaridad con las y los acampados, consiguiendo “reconquistar” la plaza y forzando la retirada de la policía. La brutalidad policial durante el intento de desalojo no ofrece duda alguna. A pesar de las mentiras del Consejero de Interior del gobierno catalán, Felip Puig, las imágenes hablan por sí solas. También lo hace el resultado: más de cien heridos, uno de ellos muy grave.

¿Provocación policial? ¿Error de cálculo? Sea como sea lo cierto es que el movimiento ha obtenido una victoria política muy importante. La imagen de un nervioso Felip Puig respondiendo a los periodistas en su comparecencia ante la prensa era un signo claro del fiasco político y policial del gobierno catalán. Más allá de la “reconquista” formal de la plaza, el triunfo ante esta primera tentativa represiva ha dado aún más fuerza y energía a los activistas y no ha hecho sino aumentar las simpatías hacia ellos de la mayoría de la población. Perdiendo centralidad mediática esta última semana, una vez pasadas las elecciones municipales y regionales, el ataque policial a la acampada de Barcelona ha dado de nuevo una importante visibilidad al movimiento de l@s indignad@s.

Más de 12.000 personas, según datos de los medios de comunicación, llenaban hasta los topes plaza Catalunya en la concentración de las 19h y durante la cacerolada de las 21h de este viernes 27. Antes, a las 17h, varios miles participaron en la marcha contra los recortes a la sanidad pública, convocada por la plataforma de trabajadores de la sanidad “Indignados e indignadas”, que partió del monumento a Colón y culminó su entrada triunfal en la plaza Catalunya. Sin duda alguna, la asamblea celebrada al final de la jornada ha sido la más masiva desde que empezó el movimiento. Los eslóganes más coreados en la misma transmiten un mensaje político muy claro: “De plaza Catalunya no nos moverán!”, “Felip Puig dimisión”, “Aquí empieza la revolución!”. Las concentraciones en el resto de acampadas del Estado español han sido también más numerosas que las de los últimos días. La solidaridad antirepresiva da un nuevo impulso al movimiento, después de una semana en la que el cansancio se ha ido acumulando.

Es imposible saber hasta cuando duraran las acampadas y asambleas en las plazas, pero éste no es un movimiento coyuntural ni aislado. Es la punta del iceberg de un malestar social acumulado que empieza a transformarse en movilización. Una primera sacudida social hacia una previsible nueva oleada de movilizaciones de las que la manifestación del 15 de mayo (15M) y las acampadas actuarán de lanzadera, tanto más potente como mejor se desarrolle y más buen resultado tenga el movimiento actual (para un análisis más de fondo sobre el movimiento ver nuestro artículo previo “http://esthervivas.wordpress.com/2011/05/20/la-rebelion-de-ls-indignads-notas-desde-la-plaza-tahrir-de-barcelona/”).

Las acampadas y ocupaciones de plazas no deben analizarse como un fin en sí mismo. Actúan ahora mismo simultáneamente de referente simbólico y de base de operaciones, de palanca para propulsar movilizaciones futuras y de altavoz para amplificar las luchas en curso. Durante toda la semana, varios sectores en lucha han participado en las actividades de nuestra particular “plaza Tahrir” en Barcelona, entre ellos: colectivos a favor del derecho a una vivienda digna y familias amenazadas de desahucio, trabajadores de Telefónica en lucha ante el anuncio de la empresa de despedir a 6000 personas y estudiantes y trabajadores universitarios en protesta contra los recortes en la enseñanza superior, cuya movilización el pasado jueves 26 es más que meritoria teniendo en cuenta que estamos a final de curso y en vísperas de los exámenes.

Casi dos semanas después del 15M y del comienzo de las acampadas, el movimiento de nuestro pequeño “mayo del 2011” tiene ante sí varios retos. El primero, seguir territorializándose, alimentando las asambleas en los barrios y ciudades y favoreciendo la autoorganización popular. El segundo, incrementar los esfuerzos para buscar lazos con la clase trabajadora, las empresas en lucha y el sindicalismo combativo y mantener así la presión sobre los sindicatos mayoritarios, desconcertados por un movimiento que no esperaban y que cuestiona radicalmente su orientación hacia la concertación social. El tercero, culminar el impulso de las acampadas con una fecha unificadora de movilización potente en el conjunto del Estado español y, en la medida de lo posible, a escala internacional. De ahí la necesidad de empezar a trabajar en el 19 de junio como fecha de movilización global lanzada por la acampada de Barcelona.

La jornada de hoy ha sido decisiva para insuflar energías, despertar nuevas solidaridades y redoblar los motivos de la indignación. Conviene ahora pensar colectiva y estratégicamente en el siguiente paso.


Josep Maria Antentas es profesor de sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Esther Vivas es miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Ambos son autores de "Resistencias Globales. De Seattle a la Crisis de Wall Street" (Editorial Popular, 2009) y participantes en la acampada de plaza Catalunya.

martes, 24 de mayo de 2011

Democracia real, un movimiento de honda raíz cívico-republicana.

José Luis Moreno Pestaña

Profesor Doctor de Filosofía en la Universidad de Cádiz.

Francisco Vázquez García

Catedrático de Filosofía en la Universidad de Cádiz.



El movimiento de 'democracia real' no viene de Sol ni de Plaza de Catalunya, no es una revolución centralizada como la parisina del 68; se extiende a escala local por toda España. Pese al pesado centralismo de la prensa, este es un movimiento municipalista. Son tan importantes 20.000 personas en Sol como 600 en Cádiz; no, son más importantes 600 en Cádiz, porque aquí no hay prensa que anime al 'happening', porque hay menos universitarios (aunque sin las universidades locales este movimiento no hubiera sido posible) y escasos aspirantes a líderes nacionales, porque la presencia y la resistencia pública suponen enfrentarse con el control social cotidiano de ciudades pequeñas, donde separarse de la mirada del poder es difícil, donde la estigmatización es más dura de llevar donde separarse de la mirada del cil, donde la estigmatización es más dura de llevar.

Este anclaje en el municipalismo tiene fuertes raíces en la cultura política española (1812, 1820, 1854, 1868, 1931); se conecta con una tradición republicana cívica (no en el sentido de la república como forma de gobierno, sino de defensa comprometida de la 'res publica' que garantiza derechos y libertades fundamentales), puesta al día con el concepto de ciudadanía social. Se trata de restaurar unos derechos sociales pisoteados por los nuevos déspotas, esos 'global players', que constituyen las agencias y poderes financieros. Obviamente el malestar de jóvenes con mucha preparación y capital cultural pero con las expectativas profesionales rotas, pero también el de trabajadores en paro o en condiciones laborales cada vez más leoninas, proporciona el cemento socioeconómico de este movimiento. En las propuestas ligadas a éste, sin embargo, no se pide la autogestión obrera ni la colectivización de la propiedad o el fin del dinero. No; la cuestión concierne a cosas tan concretas como la tasa Tobin, el gravamen mayor de las Sicavs y grandes fortunas, la reforma de la ley electoral, la exclusión de los imputados de las listas electorales, que la hipoteca se salde con la vivienda, y cosas por el estilo.

Se pretende por un lado resistir a estos déspotas cada vez más cínicos, regulando las fuerzas salvajes del mercado para que no destruyan el tejido social dando lugar a una ética basada exclusivamente en la competencia egoísta. Por otro lado se apunta a corregir el divorcio de las burocracias de partido respecto a la ciudadanía. O sea, como se decía en el XIX: despotismo y mal gobierno. Sólo pueden no verlo, por decirlo con las siempre cuidadas palabras del Conde de Toreno, "los hombres resentidos por vanidad, por envidia o por una censura merecida; todos los egoístas, todos los malos ciudadanos que no están bien con ningún gobierno, ni tienen más patria que a sí mismos". En la tradición republicana cívica lo que se defiende es un patriotismo constitucional, entendiendo por patria, no una supuesta comunidad étnica o cultural, sino un patrimonio común de libertades y derechos sociales fundamentales. Así, en nuestra Constitución se habla de la economía social de mercado o el derecho a la vivienda como bienes por salvaguardar, y es precisamente lo que se está aniquilando. En contraste con esto, la cuestión de los nacionalismos no ha aparecido nunca en primer plano. Hasta hace poco cada vez que había una movilización, el repertorio común se disgregaba y ni siquiera podía coincidirse en fechas entre la gente de las Españas. Ojalá aprendamos que en nuestro país, desde los Comuneros, lo que ha sido verdaderamente libertario, ha sido siempre federal. Tanta gente (no se veía el final en San Francisco), tanta autocontención y escrupuloso respeto de la legalidad, eran el símbolo no de un rechazo, sino de una libertad nueva, en guerra con la degradación partitocrática de la democracia y con el vaciamiento de la soberanía por el capital.

¿Esto es antisistema? La modernidad de las tecnologías utilizadas y de las formas de organización (anonimato, ausencia de líderes visibles, etc..), oculta el viejo trasfondo. Ayer, el discurso de la asamblea de Cádiz aludía al entronque del movimiento con la herencia política de 'nuestros ancestros', el patriotismo constitucional cívico-republicano. Pocas veces se había visto una escisión tan grande entre la 'España oficial' y la 'real', entre una información sobre las elecciones y los líderes que cada vez sonaba más hueca, y la multitud que reclamaba pacíficamente sus derechos dando, como en otros tiempos, una lección al mundo.


Publicado en La Voz.