miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sobre La Mano Negra


Rubén Pérez Trujillano

La investigación, rigurosa y encauzada desde distintas perspectivas y en numerosas ocasiones, confirma la existencia de esta organización anarquista de carácter secreto, si bien es cierto que la historiografía no ha llegado aún a esclarecer cuál fue realmente el papel desempeñado por la organización en sí, las clases privilegiadas del momento, las instituciones (tanto Iglesia como Estado) y las personas procesadas en este misterioso asunto.

“La Mano Negra”. El inicio

La primera muestra de la actividad de “La Mano Negra” está fechada a 3 de diciembre de 1882, con el asesinato de un matrimonio en Jerez. El 26 de ese mismo mes llegaría el turno a Fernando Oliver, “El Blanco de Benaocaz”. Instruido el caso por los organismos policiales, y después de otros altercados de diversa índole –incendios de cosechas, sabotajes, etc-, comienza en febrero de 1883 todo una sucesión de detenciones masivas que afectó a 360 personas de Jerez y Cádiz y varios centenares más de Marchena, el Arahal, Osuna y otros pueblos campesinos de la provincia de Sevilla. Del 20 de febrero en adelante comenzaría la prensa a informar de la posesión por parte de la Guardia Civil de documentos y listas de miembros de una sociedad criminal responsable de los delitos y los crímenes. Y pronto se comunicaría que el comandante de la Guardia Civil de Jerez, Tomás Pérez Monforte, había encontrado, bajo una piedra del monte, el “reglamento” de este grupo sanguinario, “La Mano Negra”, cuyo valor jurídico e histórico viene siendo cuestionado desde entonces.
Pero, por si cabían dudas, el coronel subinspector del 4º Tercio de la Guardia Civil disponía desde el 9 de noviembre de 1882, casi un mes antes del primer crimen, de un informe que fue transmitido al general director de la Guardia Civil. Dicho informe, que se presentaba como un reglamento y estatutos de “La Mano Negra”, presentaba aspectos dudosos, como el párrafo en que dice, como queriendo atar cabos de forma descarada y desastrosa:

Habiendo sido la Asociación Internacional de Trabajadores puesta fuera de la Ley por los gobiernos burgueses, imposibilitándola por este motivo para resolver pacíficamente la cuestión social, y de cuya resolución no puede prescindir, ha tenido que convertirse en organización revolucionaria secreta, para llevar a cabo la resolución social violenta.

Estas afirmaciones, en el caso de que verdaderamente pertenecieran a los campesinos anarquistas andaluces, carece de fundamento, ya que la AIT se encontraba legalizada desde 1880. También el hecho de confundir AIT con Federación Regional, entre otros gazapos que no aparecen en el párrafo, parecen sentenciar el grado de implicación del Estado, cuyos intereses giraron en mor de desvirtuar la realidad y desprestigiar y frenar al incipiente movimiento campesino que emergía en una Andalucía en la que al centralismo estatal –heredado de los postulados de la Ilustración francesa y, en la práctica, no tan producentes- y las malas cosechas de 1882 y 1883, se unía la expansión de las teorías anarquistas a la que irá ligada el nacimiento del ideal andaluz, con personajes como Fermín Salvochea y Francisco María Tubino.
Pero todas estas sospechas, sintetizadas por las largas investigaciones de Iris M. Zavala y Clara E. Lida, no se suspenden en el vacío. Inmediatamente se puso en práctica toda una campaña psicológica que tergiversaba el anarquismo andaluz hasta el punto de teñirlo como un brote esquizoide que se podía considerar como la esencia de todo movimiento revolucionario. Con esta finalidad, se confundió la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) con el aparato organizativo de los crímenes de “La Mano Negra”, de tal modo que las ya citadas listas de miembros de la sociedad secreta coincidían con los de la FTRE. Muchos fueron los procesos judiciales, las detenciones y estancias en prisión, las torturas, hasta que el fiscal dictó penas de muerte –en total 15- e intentó, por todos los medios, probar la relación entre “La Mano Negra” y el FTRE. Resulta significativa la “información” que el falangista Maximiano García Venero, quien encabezara una lucha contra lo catalán durante la Guerra Civil, vierte sobre estos hechos:

El Tribunal Supremo –5 de abril de 1883- acordó imponer ocho penas de muerte. Cuando se hizo público este fallo del Supremo, algunos de los condenados –y por cierto los que resultaban indultados de la máxima pena- habían enloquecido, alguno se quitó la vida en prisión y otros enfermaron gravemente.

Está de más indicar que los datos de este pistolero fascista no se corresponden con la realidad: la primera sentencia fue del Tribunal de Jerez y luego vino la confirmación por el Supremo; siete condenados a muerte (uno de los cuales se había ahorcado en la cárcel) y diez a cadena perpetua.
Según Nettlau, historiador especializado en anarquismo, los hermanos Pedro y Francisco Corbacho, ejecutados, eran miembros de la Comisión Comarcal, y el maestro Juan Ruiz había delegado el Congreso de Sevilla. Lo importante es la declaración: “habían enloquecido, alguno se quitó la vida en prisión y otros enfermaron gravemente”.
La Comisión Federal rechazó como extraños a la organización los actos y la supuesta existencia de “La Mano Negra”. El Congreso de Valencia también formuló una resolución condenatoria. La imparcialidad fue decisiva.

Terrorismo de Estado

“La Mano Negra”, un título tan siniestro como éste, ¿encierra toda una estrategia gubernamental para aplacar al anarquismo? Para Ricardo Mella, Soledad Gustavo y tantos otros se trató, como ya se ha formulado, de una ficción con fines represivos e incluso “sicológicos”. Díaz del Moral y García Venero coinciden a la hora de señalar al Gobierno de Estraga como sujeto que exageró y promovió algún crimen, sin relación con la FTRE y más bien resultado de delincuencia común, para convertir al anarquismo en algo abominable.
De igual modo, Fernández Almagro cree en la veracidad del “descubrimiento” de Pérez de Monforte -documento que, dicho sea de paso, no concuerda con el del Archivo de Palacio-, pero, asimismo, admite que se exageraron los hechos.
Pero la polémica no es materia de historiadores que siguieran los hechos desde la lejanía. En aquel entonces salieron a la luz las cartas escritas desde el penal de la Gomera por el condenado Salvador Moreno, frío testimonio de los tormentos a que fueron sometidos los numerosos procesados. Otro ejemplo sería el testimonio escrito autentificado del campesino Manuel Sánchez Álvarez, al que el comandante Pérez Monforte intentó sobornar para que actuara de agente provocador incendiando mieses y cortando cepas de las viñas. Al negarse, fue procesado bajo acusación de “incendio” y pasó veinte meses en prisión hasta que fue absuelto.
En 1902, el historiador Seignobos rectificó lo que había escrito sobre “La Mano Negra” en su Histoire Politique. Alegaba que “había sido una invención de la policía española”.
Tres años después, Vicente Blasco Ibáñez se unió a la teoría de la represión por parte del Estado.

“La Mano Negra”, lo que sí y lo que no

La manipulación es evidente. Sobre todo si tenemos en cuenta que las agrupaciones anarquistas de la zona hicieron público manifiesto de su desvinculación con los delitos y la organización conocida como “La Mano Negra”.
Según unas investigaciones recientes, de Clara E. Lida, la mención a un grupo de malhechores que se dedicaba a cometer robos, asesinatos, raptos, sabotajes y demás represalias contra caciques y latifundistas, ya se da en un juicio celebrado en Jerez en agosto de 1878. Luego, en el periódico La Andalucía, de día 3 de marzo de 1883, se cita un discurso del senador Moreno Rodríguez, de 28 de febrero, afirmando que “La Mano Negra” no era un secreto para el Gobierno desde 1875. Por último, en el Archivo Municipal de Jerez E.Lida ha encontrado también una copia del programa de “La Mano Negra”, fechada en 1881, realizado posiblemente a partir del borrador de 1878.
“La Mano Negra” es aún una cuestión que se balancea entre lo auténtico y lo falso. Ello no es obstáculo para que pudieran existir pequeños grupos influenciados por el anarco-comunismo que, en sus actos de rebelión, fuesen hábilmente explotados por los órganos del poder, los cuales moverían las piezas necesarias para justificar una represión y una campaña que, pese a la resistencia intelectual, quebrantaría a la FTRE. Tal y como estaba planeado.

Punto y aparte

Decía al principio del artículo que no hay razón para desconfiar de la existencia de una organización con el perfil de “La Mano Negra”. Lo reitero. Era imposible que no se iniciaran intentos revolucionarios por parte de la mayoría explotada y moribunda. Una clase trabajadora, proletaria, que no por ser anarquista era menos racional y cohesionada.
Sus ideas no se basaban en pasiones razonadas y justificadas por el hambre, como se ha querido decir, atribuyendo los primeros crímenes a delincuentes comunes que actuaran en momentos de ociosidad o furia. En un ambiente tan difícil, en el que la voz y el voto eran elementos inaudibles, resulta impensable que los jornaleros andaluces recurrieran al vandalismo. No, sus ideas no se basaban en eso.
Ni siquiera en razones pasionales. No. No era un impulso casual. Quizá la espontaneidad, el acontecimiento que deje un resquicio para el triunfo, sea la base de la revolución anarquista. Pero no simples impulsos, como espasmos que reaccionen ante el dolor.
Las ideas de la clase trabajadora andaluza no son la señal del analfabetismo de un pueblo condenado a trabajar en las más adversas circunstancias. No era un analfabetismo político precisamente lo que atañía a buena parte del proletariado. Esas ideas eran señal de madurez, de conciencia. El pueblo analfabeto se conforma. Éste no lo hacía.
Otra cosa es que un Estado poderoso espere el resquicio que ha de abrirle la espontaneidad para ejercer un aparato de manipulación y represión. Así sucedió con el caso de “La Mano Negra”. Que el Estado ya temía la actividad política de los trabajadores y sus sentidos estaban puestos en una contrarrevolución adelantada a la propia revolución. Como en el caso de Andalucía.
Según una circular de la Comisión Federal Española de la AIT, divulgada por el campesinado andaluz:
"¿Qué más? Ya lo habéis visto: no es por caridad, no es por humanidad, no es por compasión por lo que en un pueblo os han dado un mísero rancho, o han tomado los amos a su cargo el malalimentaros a unos cuantos; es por temor a que hicierais lo que allá en el fondo de su negra conciencia creen que debierais hacer. "

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quien impriomio ese trabajo?

Ruben estoy en plan paranoide estupido escuchando canciones de vampiros asi que ayudame =(

Anónimo dijo...

http://www.flickr.com/photos/30616072@N02/3032098326/in/photostream/

no soy adorable?