miércoles, 15 de julio de 2009

A mi regreso de Granada.

Ayer llegué de Granada. Había ido el viernes para allá con mi prima, su novio y la hermana de éste para echar un vistazo al piso y habilitarlo para una vida digna. Anécdotas aparte -no habrá viaje tan romántico y cervecero en mucho tiempo-, pude volver a ver a gente admirable, aunque otros habré de verlos en otra ocasión.

A mi regreso, pongo en acción el escáner-impresora que mi tío Juan me ha regalado para mi próxima etapa estudiantil en Granada. Para dar fe de su buen funcionamiento, cuelgo algunas imágenes que de otro modo no podría compartir con ustedes. En primer lugar, la portada de su excelente poemario Abismo de los pájaros, publicado por la Diputación de Cádiz en 2004, y finalista del Premio Andalucía de la Crítica. Luego os presento la portada y la contraportada de su publicación Luna verde de abril, un homenaje que con sus pinturas hizo al maestro Juan Ramón en 2006, en la Universidad de Maryland (Wáshington, EEUU), la misma que lo propuso como candidato al Nobel que luego se le fue concedido. Por cierto que del poema que transcribo, los dos primeros versos de la última estrofa encabezaron mi poema "Ahora que recuerdo", aparecido en Quien pueda decir adiós (Aula de Literatura "José Cadalso", 2008), como ustedes ya recordarán. En realidad, Juan Gómez Macías fue uno de los primeros poetas que leí cuando niño -cuando más niño-, y a él puedo deber mi amor por la poesía y la presencia de ésta en parte de mi vida.










AQUEL LEJANO NIÑO



¡Qué error, me parecía
que aquel lejano niño
se estaba yendo para siempre!




MANUEL ALTOLAGUIRRE




A veces, en los momentos de desolación,
no he dado con el niño que correteaba la playa
llamando por sus nombres a las gaviotas
que triscaban sin descanso las crestas de las olas.
Pareciera que el niño se había ido para siempre.


Pero hoy, el niño de los días felices está conmigo
y jugamos dichosos en las arenas de Punta Paloma.
Estos ojos, los nuestros, que ahora miran el mar
son los mismos que miran desde siempre.
Y este corazón palpitante es el mismo corazón
que atraviesa como un dardo el paredón del tiempo
y alcanza las soleadas regiones de la ternura.


El alma no envejece si uno no quiere. Basta admitir
que estos ojos, nuestros ojos, son los ojos de las nubes
que, impasibles contemplan las olas, el niño y el hombre
y la afilada hoja de la luz que se pliega en el horizonte.


De Abismo de los pájaros (2004).





JUAN GÓMEZ MACÍAS, Luna verde enero. Homenaje a Juan Ramón Jiménez. Universidad de Maryland, Wáshington, 2006.

Esta obra -una pena que no podamos revivirla cara a cara-, titulada Los pájaros de yo me sé dónde, es una de mis favoritas, dentro de mi criterio de perfecto inculto en arte.





En fin: Juan Gómez Macías es un pintor magnífico, no sólo por su estilo único y primero en la historia del arte, y mucho menos porque lo diga yo, sino porque lo dicen también otros grandes críticos, estudiosos, poetas y aficionados a la pintura y el arte -que me venga ahora a la cabeza, recuerdo el nombre de José Corredor-Matheos. Y como poeta está a la altura de él mismo en pintura. En palabras de Fernando de Villena, su "pintura poética" es lo mismo en verso que en acuarelas, lienzos y telas de Venecia o Tombuctú.

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