El pasado miércoles 29 de septiembre tuvo lugar la huelga general que los dos grandes sindicatos habían convocado meses atrás. Otras organizaciones sindicales de clase, como ellas mismas gustan de definirse, llevaban años emprendiendo acciones de protesta contra las crisis que nos vienen azotando desde el fin de siglo. El Sindicato Andaluz de Trabajadores, por un lado, y la Confederación General del Trabajo, por otro, aunaron fuerzas en una multitudinaria manifestación que se mostró, desde el Triunfo hasta Plaza Nueva, con una vocación claramente unitaria de la clase trabajadora en la ciudad de Granada. Una vez en el lugar, intervinieron representantes de los sindicatos citados, pero también de Nación Andaluza, el Colectivo de Unidad de los Trabajadores y el Partido Andalucista. A alguien no le tembló la voz delante del edificio de la Real Chancillería, sede actual del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, cuando recordó indignado las millonarias multas y las peticiones de cárcel que algunos sindicalistas del SAT se están jugando a una carta, sin más apoyo que el de los militantes que puntualmente, o cuando pueden, pagan sus cuotas.
También asistieron organizaciones juveniles como Jaleo!!! o la Juventud Independentista Revolucionaria Andaluza, pero lo más importante pasa por destacar la gran afluencia de simpatizantes ajenos tanto a los partidos como a los sindicatos convocantes. Esto es señal de que algo está cambiando en la mentalidad de muchos trabajadores y muchas trabajadoras, sin perjuicio de que los poderes fácticos se estén tirando de los pelos y arañándose los ojos.
Llevan meses bombardeándonos con un mensaje: los sindicatos son coladeros de chorizos y trepas que chupan de las arcas públicas, con su elenco de liberados y cuentachistes. Atendiendo a la naturaleza de tales afirmaciones, a las bocas de las que provienen y, sobre todo, a la vehemencia con que se cuelan en nuestros almuerzos, el hecho no nos puede resultar en modo alguno sorprendente.
Pareciera que para ciertos políticos y tertulianos, sólo existen dos sindicatos, a cada cual más degenerado. Pareciera que se sienten defraudados por unos sindicatos alojados en el poder.
Pero lo cierto es que existen otros sindicatos, de igual manera que existen otros partidos que ya antes en la historia han arremetido con semejantes argumentos contra las organizaciones obreras. Y lo cierto, también, es que los sindicatos mayoritarios no hacen sino reflejar todo el ideario y el sistema de valores imperante en el pastel podrido en que han convertido a Europa.
También asistieron organizaciones juveniles como Jaleo!!! o la Juventud Independentista Revolucionaria Andaluza, pero lo más importante pasa por destacar la gran afluencia de simpatizantes ajenos tanto a los partidos como a los sindicatos convocantes. Esto es señal de que algo está cambiando en la mentalidad de muchos trabajadores y muchas trabajadoras, sin perjuicio de que los poderes fácticos se estén tirando de los pelos y arañándose los ojos.
Llevan meses bombardeándonos con un mensaje: los sindicatos son coladeros de chorizos y trepas que chupan de las arcas públicas, con su elenco de liberados y cuentachistes. Atendiendo a la naturaleza de tales afirmaciones, a las bocas de las que provienen y, sobre todo, a la vehemencia con que se cuelan en nuestros almuerzos, el hecho no nos puede resultar en modo alguno sorprendente.
Pareciera que para ciertos políticos y tertulianos, sólo existen dos sindicatos, a cada cual más degenerado. Pareciera que se sienten defraudados por unos sindicatos alojados en el poder.
Pero lo cierto es que existen otros sindicatos, de igual manera que existen otros partidos que ya antes en la historia han arremetido con semejantes argumentos contra las organizaciones obreras. Y lo cierto, también, es que los sindicatos mayoritarios no hacen sino reflejar todo el ideario y el sistema de valores imperante en el pastel podrido en que han convertido a Europa.
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Lo mismo sucede con los partidos políticos, quizá más responsables y más culpables de todo eso que cualquiera. En este sentido, una cosa está bien clara: los medios de comunicación que hablan de los liberados sindicales no tienen ningún interés en hablar de los liberados políticos, porque a veces resulta que las mismas manos juegan con distintas marionetas a la vez. Nos estamos refiriendo a los miles de concejales, diputados provinciales, parlamentarios de las Comunidades Autónomas, diputados del Congreso y senadores que tienen una muy buena aportación económica con la que el Estado les permite desarrollar su actividad representativa con plena independencia. Esto, a juicio de los medios de comunicación y del Partido Popular, no merece crítica alguna. Esa independencia sí es necesaria.
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El miércoles 29 de septiembre, fueron muchos los andaluces y muchas las andaluzas que dieron algo de razón a las encuestas sobre la valoración del Gobierno y de la situación económica. Prefirieron la calle a la barra del bar, para sorpresa de los que agitaban en el aire los datos estadísticos sobre el descontento de la población. "Sigue la partida, huelga indefinida", fue una de las consignas que pudo escucharse en las calles granadinas. Y es que la gente está que arde, y no soporta ya que la quemen a base de políticas electoralistas y demagogias populistas. Porque ha llegado el momento en que las mismas manos de siempre, unas manos invisibles, sí, pero que se dejan notar, se han liado entre tantas cuerdas y tanto títere. No saben qué hacer.
Parte I: Manifestación SAT-CGT en Granada (29 de septiembre).
Parte II: Manifestación SAT-CGT (29 de septiembre).
Parte I: Manifestación SAT-CGT en Granada (29 de septiembre).
Parte II: Manifestación SAT-CGT (29 de septiembre).
Vídeos cortesía de http://www.fotoactivismo.org/
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