jueves, 28 de marzo de 2013

"La cocaína". Un relato de la bohemia del novecientos.

Esta vez publicamos un relato breve del bohemio Diego de Vidaurreta, hoy olvidado y eclipsado por otros nombres como los de Ramón María del Valle-Inclán, Alejandro Sawa, Emilio Carrere, Armando Buscarini, etc. "La cocaína", que avanza en su mismo título el que será núcleo nodal de la narración, fue publicado en marzo de 1918 -meses antes del fin de la Gran Guerra europea- por El Imparcial, "Diario liberal" según declara en su rúbrica. Dicho periódico, que contaba con una sección literaria en la que fueron descabezando los autores de la bohemia madrileña, estaba dirigido por su fundador, Eduardo Gasset y Artime, político liberal conservador y padre del insigne filósofo José Ortega y Gasset y el no menos egregio socialista Eduardo Ortega y Gasset.
___Que sepamos, al menos este relato en particular, no ha caído en manos del público desde que fue editado originariamente en 1918. Que lo disfrutéis.


L A    C O C A Í N A

Jugaban y bebían... Aquellos hombres se dedicaban al "poker" y al "whisky" "para poder seguir viviendo". Ninguno de ellos había cumplido los treinta años y ya tenían la "pose" un poco literaria de "que todo les aburría". Aquella tarde la partida era muy violenta. El dinero pasaba rápidamente de unas manos a otras, y el "whisky" estaba ya agotado. El anfitrión, joven con aire romántico, llamó a su fiel criado -ejemplar admirable de estoicismo doméstico- y le envió por otra botella de "whisky".
- Trae dos -dijo Pepe, el mayor bebedor de toda la partida, y famoso, además, por sus chalecos fantásticos, lucidos triunfalmente por toda Europa.
- ¿Algo más?
- Tabaco -pidió Luciano, el hombre del rostro pálido y la mirada penetrante.
- Y vosotras, hijas mías, ¿queréis que os traiga el criado algo de la calle? -Y el anfitrión se dirigió a dos muchachas que formaban parte de la reunión.
- ¿Yo?...
- ¿Qué quieres, Lina?
- "Cocaine".
- ¿Y tú, Janne?
- Un "potito" de cocaína...
___El criado se lanzó a la calle en busca de la cocaína y del "whisky". Los bebedores tenían ya los ojos flameantes y los rostros encendidos. El cuarto, con el calor que irradiaba de la chimenea y con la atmósfera pesada del humo de los cigarrillos, estaba asfixiante. Manolo, el higienista de la partida, quiso abrir una de las ventanas para renovar el aire: pero lo amenazaron con arrojarle a la calle si tal cosa hacía. Bautista, el hombre que se acostaba a las ocho de la mañana y se levantaba a las ocho de la noche, le increpó duramente:
- No hay nada tan sano como las atmósferas viciadas.
- ¡Que nos vamos a ahogar!
- ¡Mejor!... Juega, bebe y fuma...
___El cuarto estaba decorado teatralmente. En el centro, la mesa de "poker". Cerca, al alcance de los bebedores, había un velador con el "whisky" y los cigarrillos. En un rincón, un sofá bajo y amplio. Junto a la cocinilla, dos panzudas butacas. El suelo, alfombrado. Del techo pendía un globo de luz con los cristales rojos. Tenía todo un sello ligeramente fantástico. Volvió el criado, y las mujeres le arrebataron la cocaína. Lina se quedó con la mayor porción. A estas dos mujeres, la guerra, que ha extendido por todo el mundo el dolor y el vicio, las había traído a Madrid. Janne era una francesa de formas finas y suaves, ojos dulces y manos espiritualizadas. Tenía todo el encanto de una feminidad arrulladora y tierna... menos cuando reía, que desflorábase su aparente pureza en graciosa canallería. Era una perversa con aire sentimental. Lina era rusa. Hermosa, alta y esbelta. Sus cabellos, rubios; la tez, blanca, los dientes, perlados; el cuello, aéreo; los ojos, azules, grandes y extáticos. Su cabeza, de perfecta muñeca.
___Los hombres, ya bastante alegres, jugaban y bebían sin hacer caso de las mujeres... Jane, tumbada en el sofá, tomaba poco a poco su cocaína. En ella, el efecto era inmediato y aniquilador. Se quedó inmóvil. La cara, palidísima: las manos, heladas. No podía hablar. Parecía muerta... Lina, tirada en el suelo -junto a la chimenea, en la que crepitaban gruesos troncos de leña-, absorbía el veneno con verdadera voluptuosidad. Era una artista, una emocional de la cocaína. Entre toma y toma se tapaba las narices con el pañuelo. De repente, se levantó y fue donde la francesa:
- ¿Janne?
___La sacudió, y como viera que la miraba fijamente, pero que no le respondía, le volvió la espalda. Siguió absorbiendo el polvo terrible... Comenzó a pasearse excitada, tenía los ojos brillantes y agrandados. Agitaba manos y piernas y se revolvía desordenadamente de un lado para otro. De su garganta salían gritos, sonidos guturales. Encendía un pitillo y lo arrojaba apenas encendido. Se bebía el "whisky" temblándole el vaso entre los labios.
___Los hombres seguían bebiendo y jugando sin hacer caso de las mujeres. Lina, con los ojos extraviados, como si estuviese loca, olvidada de todos, empezó a hablar de un modo incongruente y trágico. En el desorden de su monólogo, como si se confesara a su conciencia, iba relatando su vida. Los primeros años pasados en las dulzuras del hogar provinciano; la caída y la escapatoria a París; los días de tumultuosa pasión; las horas trágicas de una existencia equívoca. Y entre el choque de tantos sentimientos, impresiones y palabras, sentíase la tortura de su pobre alma de pecadora recordando con placer las horas de pureza... El corazón le volteaba... Acurrucada en un rincón, rompió a llorar desconsoladamente...
___Los hombres jugaban y bebían sin hacer caso de las mujeres, menos Manolo el higienista, que seguía la escena de Lina. Apenado, les dijo a sus amigos:
- ¡Lina está como loca!...
- ¡Estará borracha!...
- Un día se va a morir.
- ¡No se perderá nada! ¡Bebamos sin hacer caso de estas "apaches"!
- ¡Bebamos!
___Lina se levantó. Vibraba toda ella... De nuevo arrojóse al suelo, y arrastrándose cautelosamente llegó hasta la chimenea. Acariciaba las llamas con sus manos, les decía mimos; luego acercó la cara y las llamas comenzaron a besarla.
___Manolo, de un salto, llegó hasta la chimenea.
- ¡Que se abrasa ésta! ¡Que se abrasa!...
- ¡Bebamos, bebamos!...
- ¡Que se abrasa!...
- ¡Bebamos por el amor!...
- ¡Borrachos!...
- ¡Bebamos por el amor!...
___El fuego prendió en Lina, que enloquecida de espanto y de terror arrastraba por la estancia la llama viva de su cuerpo. 


  • VIDAURRETA, D. de: "La cocaína", El Imparcial, Madrid, lunes 4 de marzo de 1918, pág. 3.

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