E_L___S_U_R
Ya estaba el Sur muriéndose de olvido
cuando Juan puso en él su primer llanto;
tronaban los quejidos en el canto,
y él hizo de su canto este quejido.
Con su antiguo dolor recién nacido,
metido en la médula de su espanto,
se puso a proclamar este quebranto
de ser, como su tierra, incomprendido.
¿Quién iba a sospechar que aquella cuna
albergara un oscuro revoltijo
que ni siquiera hablaba y ya decía?
Las cábalas volaban, hasta que una
persona de su sangre, grave, dijo:
"A este niño le duele Andalucía".
Andrés Mirón: El llanto de los sauces (Algeciras, 1977).
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