jueves, 18 de junio de 2009

Final de los exámenes.

Se acabó. Hoy he hecho el último examen de selectividad: Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales II. Como suele decir la gente que le ocurre, me he equivocado en lo más sencillo y lo más atrayente del curso: la probabilidad en mi caso. Pero está aprobada. En Geografía me la jugué pero me cayó lo que me había estudiado, así que lo bordé, como decimos por estas latitudes.

Así, a bote pronto, el final de los exámenes significa retomar un horario para el sueño más racional. Intentaré eliminar las siestas, aunque sé que será difícil ahora con el verano tan bochornoso y con las salidas nocturnas en las que uno se va metiendo casi sin darse cuenta. Por tanto, todo parece indicar que proseguirá el sacrificio, y que seguiré adquiriendo experiencia para el gran momento, el momento en que bata el récord de bostezos por día.

Este domingo parto para Granada, a conocer mi piso y a apoquinarlo. Todavía no sé en qué carrera me matricularé -medicina no, seguro. Ni tampoco ingeniería industrial.

Por otro lado, el verano, además de suponer más tiempo libre para mí y para mi gente -no sólo para dormir-, lo recomienzo con una serie de proyectos que espero no se queden en el tintero, como me pasó el año pasado. El primero, urgentísimo, es poner punto y final a un librito que venía escribiendo con mi padre (Antonio Pérez Girón) sobre la guerrilla antifranquista en el Campo de Gibraltar, centrado en la figura de Francisco López Herrera, Quico, fallecido hace unos meses y que, lamentablemente, se fue sin tan siquiera saber nada del libro.

El segundo es retomar mis estudios, modestísimos estudios y reflexiones sobre el subdesarrollo económico de Andalucía, del que apenas tengo unas siete páginas. Tampoco quiero alargarlo mucho, entre otras cosas por mis capacidades, pero sí que quisiera poder publicarlo en algún sitito, dependiendo del resultado. Con todo, me servirá para ahondar en los orígenes de la pena sureña, reafirmar mis intereses e ideales y, lo más importante, para intentar desarrollar un método de investigación y amoldarme a una escritura más crítica e incluso más científica. Y el tercer proyecto, si es que se le puede llamar así, es -además de ampliar mis lecturas-, leer los poemas que he ido escribiendo a lo largo del curso, corregirlos, reescribirlos y, si hace falta, lanzarlos a la basura.

Pero por el momento descansaré de tantos exámenes. Esta noche, sin ir más lejos, vamos a celebrar el fin de la selectividad, si las condiciones lo permiten.

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